


Hoy os traigo una curiosidad del mundo de los frontones castellanos que no sé si todavía sobrevive en algún pueblo de nuestra península (si sabéis de algún caso similar, dejad un comentario al pie). Recientemente, encontré una postal del año 1967 del pueblo serrano de Riaza (localidad segoviana situada a una hora escasa de Madrid por la carretera de Burgos), tomada desde un lateral de la pradera conocida como «El Rasero», donde se encuentran unas preciosas cruces de piedra con ese musgo que les da una solera especial. Al fondo de la imagen, precediendo los primeros edificios y los montes de la serranía de Ayllón, se puede ver el antiguo frontón de la localidad, en el que se advierte la particularidad de que cuando se construyó se aprovecharon ambos lados del muro principal o frontis para habilitar un trinquete o frontón con estribos, como los que se pueden encontrar en muchos pueblos segovianos y castellanos (véase nuestro archivo dedicado a los frontones del Nordeste de Segovia). Este doble uso indica que por entonces la afición a la pelota debía ser grande entre los riazanos, cuando se jugaba únicamente a mano, aunque, como en tantos pueblos castellanos, esta afición y esta modalidad se fue perdiendo con los años. En tiempos más modernos, el ayuntamiento de Riaza decidió construir un frontón de dos paredes y cancha de longitud suficiente para el juego con raqueta, que es el que desplazó hace unas décadas al juego de mano, pero tuvo el acierto de no derribar el frontón antiguo y mantener en el lado posterior al frontón moderno el antiguo trinquete. En nuestros días, la parte moderna, con cancha más larga, se utiliza también para partidos de futbito, mientras el trinquete sirve de escenario para proyecciones de cine, conciertos de la escuela de música y otra serie de actividades. Por desgracia, el juego de pelota a mano tan solo se ve ocasionalmente, con motivo de las fiestas patronales, y ni siquiera se juega apenas a raqueta, desplazada a su vez por el pádel.